miércoles, 3 de abril de 2013

Autorretrato






¿Por qué me autorretrato?...
…Diría que lo hago porque me tengo a mano para posar, porque los artistas lo hicieron en todos los tiempos, porque me resultó interesante primero, fastidioso, hartante y odioso después y desafiante por último.
Soy yo quien me miro, ¿qué veo?, ¿me reconozco?...
Me veo angulosa, asimétrica, despareja, de lindos ojos, que poco ven, labios marcados, ¿las arrugas? Marcas de una super expresión; de la poca vista; del paso del tiempo, y de una piel de mierda.
De mi personalidad armé un rejunte con lo que sé de mí por introspección, lo que el otro dice de mí y lo que quisiera ser, ¿por que no?.

Soy arisca por herencia de madre, cariñosa invisible, de una voluntad y esfuerzo admirable, honesta, pasional para vivir, discutidora, dispersa por demás, desordenada sin quererlo, de rápido y torpe caminar, tímida por naturaleza, extrovertida para tapar, directa para decir, hiriente sin querer, ocurrente para contestar, valiente para defender, amiga de mis amigos, de risa fácil, conectada con un mundo paralelo, de abundantes sueños nocturnos, niña para jugar, amante del agua, sensible a los olores, inspirada en los colores, vulnerable, transparente, cambiante, geminiana de signo, gran tergiversadora de historias y soñadora por demás.

  El autorretrato surge en primera medida por ser lo más a mano que tengo para practicar dibujo y pintura.         Luego, uno se sumerge en ese océano de sensaciones y emociones que provoca el mirarse, reconocerse, odiarse, gustarse, entenderse, identificarse, para algún día llegar a aceptarse y quererse.         Podría decirse que el sólo hecho de vivir esa experiencia emocional y psicológica bastaría para sentirme satisfecha.             Pero no. Más tarde llega el desafío de que me salga bien el autorretrato; que se parezca a mí, ser yo, o lo que pienso que soy yo. Imposible...   Yo no conozco mis gestos, mis movimientos, mis formas. Nunca puedo verlas. Construyo mi imagen con fragmentarias visiones en el espejo, en fotos, en base a la mirada del otro.        Y dentro de un mundo de subjetividades infinito termino por aceptar que más allá de las incapacidades artísticas, el autorretrato se produce al fin, en un momento determinado, con emociones determinadas...       Es todo lo que pude hacer conmigo en ese instante. Mañana me encontraré en otro momento, otra visión de mi misma.        Otro autorretrato. Otra Mariana.